jueves, 16 de junio de 2011

QUIJOTE MODERNO- cuidado con los documentales, Jacinta

Cuando dos viejitos de más de ochenta años viven solos en un piso de Madrid y sus dos hijos viven demasiado ocupados a más de 600 km., necesitan a alguien que les haga la comida, les planche la ropa, les ayude a bajar las escaleras y les eche una mano en el baño. Más o menos, esto es lo que hacía Jacinta Felipa Graciez, una joven venezolana de veintinueve años que desde las seis de la mañana hasta las nueve de la noche ayudaba a Dolores y Manolo en todo lo que no podían hacer.

  Normalmente, Jacinta Felipa hacía todas las tareas de la casa antes de que empezase a haber ruido en la calle. Después hacía la comida y, el resto del día, lo pasaba dando paseos por la calle y el parque agarrada del brazo de los viejitos, menos cuando iban a misa o quedaban a jugar al mus.

   Pero un día, llegó la perdición de Jacinta a la casa de los ancianos. Ernesto, el hijo menor, instaló la TDT.
   -¿Lo ves papá? Ya no se ve con rallitas. Mira, con estos botones cambias de canal y con este el volumen.
   - ¿Y con este?
   - Con este se apaga la TDT, pero no lo apagues, que no hace falta.
   - Pero hombre, si no quiero ver la tele la tendré que apagar.
   - Bueno, eso ya se lo expliceré a mamá. A ver, toma el mando y pon lo que quieras.
   - Puees... ¿por qué hay tantos canales? Nosotros no vemos tanto la tele.
   - Pero si está rota. Mira, le doy al dos y nada. Le vuelvo a dar, ¡y me sale esta cadena rara!
   - Es que tienes que darle y esperar un poco, si le das dos veces te sale la cadena veintidos. Bueno, no te líes mucho. Si le das al 1, tendrás el Natinal Geographic, y el el 2, TVE2, ¿vale?

    Y exactamente, eso fue todo lo que veían. Documentales de la 2 y National Geographic. A todas horas. Desde las seis que se levantaban hasta las nueve, que se acostaban. Ya no salían al parque, ni jugaban al mus... y claro, Jacinta debía pasar también muchas horas delante de la tele. Documentales sobre los monos babuinos de cola plateada, de índigenas de las islas de Pakoxunwoo... algo que solo la gente mayor que ya no tienen nada más que aprender en la vida son capaces de soportarlo.

    Y Jacinta aún no tenía ni treinta años. Así que pronto empezó a trastornarse. Primero tenía ataques de histeria, luego poblemas de bipolaridad... Y acabó por creer que era una reportera aventurera que partía a la sabana africana para grabar un documental. Así que se metió una dentadura postiza que encontró en el baño en el bolsillo, y cogió un paraguas de flores como si fuese una escopeta, y caramelos para la tos a modo de balas, y saliendo por la puerta de la casa de los viejos, comenzó a buscar en medio de la "sabana" algo interesante.

   Los viernes había mercadillo en la plaza de enfrente. Jacinta comenzó a explicar:

   - En el lago de Makatutu, podemos encontrar a todas las especies selváticas en un jaleo incontrolable, discutiendo por la posesión del territorio y buscando algo de comer para sobrevivir. El pequeño mono chillón se lamenta por no poder conseguir los frutos dulces, pero mamá mona tiene prisa. los gorilas de pelo negro- dijo pasando cerca de un puesto dirigido por dos hombres fuertes- protegen su territorio gracias al fétido olor que desprenden. ¡Oh! ¡Y ahí vemos a los fieros leones persiguiendo a la gacela!- exclamó mientras veía a dos policias persiguiendo a un chico chorizo- pero yo, Jacinta felipa, intentaré proteger a la gacela.- Y diciendo esto, cogió al chico fuertemente y corrió hacia los polis gruñendo y  levantando el paraguas.
    - ¿Pero que haces, imbecil?- dijeron el chico, que le mordía, y los polis, que se asustaban por el paraguas.

    En resuman, Jacinta acabó en la comisaría, herida y diciendo:
   - Me encuentro vencida por los leones, pero al parecer, el resto de presas no tardan en escapar...
   - Madre mía, está loca, loca...- le dijo el chorizo, que esaba al lado

jueves, 26 de mayo de 2011

PICARO MODERNO - Ganarse la vida hundiendo la de una estrella adolescente

Entienda que no he llegado hasta aquí ni por suerte ni por trampas. Que yo he trabajado mucho para estar aquí, y recuerde, señor Inspector, que antes de venir aquí tuve que arrastrarme por los suelos de la casa de quien no merecen que le limpien ni el nombre.

Ya le he contado que cuando acabé de estudiar, yo era aun muy joven y me vi obligado a buscarme la vida como pude. Podría haber hecho mil cosas mucho peores y haber conseguido mucho más dinero, pero elegí por no decepcionar y así fue cómo conseguí entrar a trabajar a la casa de aquella actriz adolescente que usted bien conoce. Aquella niñata se buscaba más problemas de los que podía solucionar, y mi único encargo era alejar a los curiosos y a los paparazzi cada vez que ella se acercaba al alcohol y a los coches en la misma noche.

Por este trabajillo ganaba bien poco, pero debo decir que lo hacía bastante bien. Pero aun así no era suficiente y me recortaban el sueldo, muy sospechosamente, cada vez que a la niña se le cargaba una deuda.

Comprenda, Señor Inspector, que yo me cansase de un trabajo tan aburrido y tan poco justo. Tenía que buscar otros métodos . Tenía suficientes motivos para sacar a la luz que yo poseía debido a mí cercanía con la actriz. Muchos de mis compañeros, que ahora me acusan, fueron quienes me aconsejaron hacerlo, y es más, fue la estilista de la niña quien me facilitó ciertas imágenes, que yo me en la tentación de ofrecer amablemente a aquellos señores de la prensa , y yo no fui culpable de que las publicasen en medio mundo. Además, me ofrecieron una generosa cantidadde dinero, que me impulsó a seguir vendiendo informacione s parecidas, no tan solo a la prensa, si no también a grandes empresarios del cine y personalidades importantes que, qué culpa tengo yo, acabaron con la carrera de la niña ( y bien que se lo marecía).

Así, mientras que bajaba la fortuna de la ex-millonaria, la mía ascendía. Era para mi supervivencia y la de la familia. No dirá que no hay razón más justa que esa. Además me estaba ganando muchos amigos importantes entre los mandamases de la prensa rosa. Así fue como uno de ellos, el que más me valoraba, me ofreció un puesto de trabajo que consistía más que nada en fisgonear y trapichear en las casa de jovenes estrellas. Un trabajo legal y mucho mejor pagado.

Comprenda, Señor Inspector, que yo no he hecho nada que no sea absolutamente normal en el mundo de la fama, y qué, según mi opinión, ningún abogado de ninguna niñata alcoholica a la que le pesan las deudas y se le ha hundido su carrera antes de los veinte años por acostarse con medio mundo cuando estaba medio colgada, está en disposición de acusarme de nada.

Claro que, Señor Inspector, usted tiene la última palabra.

martes, 25 de enero de 2011

DISERTACIÓN ACERCA DEL PERSONAJE DEL ESCUDERO

Lázaro de Tormes encuentra en el tercer tratado un escudero al que toma como amo y quiere más que al resto a pesar de que no le daba de comer. eso sí, era un hombre con mucho prestigio. a mí este personaje me parece una buena persona, aunque no estoy de acuerdo con su forma de ver la vida.

Creo que es una buena persona por este motivo: al contrario que el ciego y el cura, anteriores amos deLázaro, este hombre quería y entendía al muchacho. Le prestaba su cama para dormir (cuándo Lázaro servía al clérigo dormía en pajas); compartía con él el agua de la jarra (Lázaro tenía que buscar complicadas maneras de conseguir el vino cuando estaba al cuidado del ciego). Además, entendía a Lázaro ya que sabía lo que era pasar hambre. Y Lázaro también le quería le entendía.

Sin embargo,este personaje pasa una mala vida y tiene un modo de pensar que a mí me parece bastante infantil y poco realista. El escudero tiene problemas de dinero, su casa está vacía, no tiene nada que llevarse a la boca y además, está perseguido por las deudas. A pesar de todo, lucha por conservar su honor y su prestigio. Vive en una casa que por fuera parece más bien de señor que de escudero, viste con ropa de alta costura y anda exhibiéndose por todos los lugares por los que pasa. Además, exige que se le tenga un respeto mayor que al resto. A mí todo esto me parece una mentira infantil.

Creo que tampoco está mal darle importancia al honor, pero el comportamiento del escudero es excesivo. No quiere darse cuenta de su verdadera situación. Creo que con esa manera de vivir se está engañando a sí mismo, y que, tarde o temprano, va a perder su categoría cuando las deudas sean demasiado poderosas. Vive en su propia fantasía en lugar de reaccionar en la vida real. Y a mí, al igual que a Lázaro, este hombre me da lástima.

Además, me resulta un poco cobarde. Creo que su comportamiento se debe al miedo que tiene de la vida real. Le da horror aceptar su situación, y sobre todo, afrontarla. Por eso se inventa su fantasía en la que no existe esta angustia, y cuando se ve obligado a vencer sus temores a causa de las deudas, huye, más por cobarde que por necesitado.

Por todo lo dicho anteriormente y por otros motivos, el escudero del Lazarillo ha sido varias veces discutido, y en él se han fundado varias opiniones y debates sobre la manera de er la vida. Creo, además, que en aquella época y aún en la actualidad, hay muchas persons como este escudero, y yo, personalmente, siento lástima por ellos.

martes, 16 de noviembre de 2010

Fábula al estilo de Don Juan Manuel - Se dice por ahí

Andaba María tan preocupada, que tuvo que recurrir a preguntarle a su hermano. Jorge, su hermano, era dos años mayor y trabajaba en una gran cadena de hostelería. María decidió llamarle por la noche, cuando hubiera acabado de trabajar.
Así que le llamó más o menos a las doce. A su hermano le sorprendió bastante la llamada.

-Mira,- le dijo ella- ya sabes (porque lo sabe todo el barrio) lo que se dice por ahí de Cristina. Yo al principio pensé que solo eran habladurias y decidí dejarlo pasar. Pero es que parece que Cristina no se entera de nada, que no la importa. Creo que deberia decirle algo, pero no quiero hacerla daño.Te he llamado porque también es tu hermana. ¿Qué debemos hacer?
-Pues...- José se quedó pensando hasta que dijo- Voy a contarte un cuento que te ayudará a pensar, ¿vale?
María creyó que sería mejor que le dijese lo que pensaba sin cuento, pero aceptó porque no había nada divertido en la tele.

" Verás, estaba sentada la rana tomando el sol, cuando de pronto le pareció escuchar una voz detrás de ella. Al darse la vuelta vio que la cebra y la mona parecían divertirse diciendo cosas como:
- Es tan verde y fea, que no creo que encuentre pareja.
-Además, pegajosa y patosa.
-Y es que tiene unos ojos tan amarillos, que podrían iluminar la selva entera.
Hacía semanas que la rana oía cosas de ese tipo, y se entristecía al pensar que todo el mundo se reía de la cocodrila. Pensaba en lo feliz que era la cocodrila, quien no se enteraba de nada, y nunca le contaba lo que se decía por ahí. La cocodrila y la rana eran amigas desde hace  mucho tiempo.

La semana siguiente, cerca de su charca, escuchó la conversación de la ardilla y la serpiente. Está última exclamaba entusiasmada:
- Yo  ya no aguanto más a esa asquerosidad. Hemos quedado en echarla de la comunidad. Mañana a la tarde nos reuniremos.

A la rana aquello le pareció demasiado y corrió a avisar a la cocodrila. Saltó a los árboles cercanos a la charca, pasó la explanada, y  a pocos metros de llegar a la balsa donde estaba su amiga, se topó de cara con la serpiente macho. Le dijo enfadada:
-¡Acabo de escuchar lo que piensa hacer tu serpiente!¡Jamás conseguireis hacer lo que planeais con la cocodrila!

martes, 19 de octubre de 2010

Una tablilla por mucho trabajo


  Todos los días, menos los martes, incluyendo los dias en lo que me encontraba enfermo, debía sentarme largas horas y copiar algunos de nuestros más preciados libros. Copiaba y dibujaba, copiaba y dibujaba... Y no por aafición, ni mucho menos.
                                                                       
Los del monasterio de San Lucas solo teniamos como recompensa por haber copiado más de quince libros escritos en latín, era una tablilla de madera que llevabamos treinta años buscando, y que ahora pertenecia a un Conde, que parecia culto y sabio, pero era un analfabeto. además, eramos pocos en el monasterio, porque los jovenes preferían trabajar en los talleres, que ahora abundaban en la ciudad.
                                                                                                                            
La tablilla no era gran cosa. De hecho, teníamos muchas más valiosas en el monasterio, pero no teníamos ninguna que, como aquella, fuese del tamañopara la sala de orar. Así que yo me limitaba a copiar el libro que me encomendaban, libros fáciles, porque aun no sabía leerbien todo el latín culto, pero lo contrarestabacon mis bonitos dibujos en las letras capitales y en las páginas que separaban capítulos.
                                                                                                                             
Los martes iba al mercado y aprovachaba para ver a algunos labradores y mercaderes judíos que eran compañeros míos antes de entrar en el monasterio. Como salía del monasterio, los monjes me encargaban acudir a casa del Conde para informarle sobre cómo iba nuetro trabajo. De vuelta encontraba en la plaza una gran muchedumbre alrededor de un grupo de juglares que cantaban historias que a los otros monjes no gustaban, pero a mí me entretenían y llegaba al monasterio más tarde de lo adecuado, y todos los demás me decían:

-Será la ultima vez que te mandamos a tí ir al pueblo

Pero llegaba el siguiente martes y siempre me permitían volver allí.
                                                                                        
Y así todos los dias, copiando libros a yendo al pueblo. Y lo más triste de todo es que dos semanas antes de que nuestro trabajo estubiera finalizado, unos caballeros de armadura  caballo saquearon el monasterio y se llevarontodas las copias que habíamos hecho. Poco después supimos que aquellos eran los caballaros del Conde, que deseaba tener los libros, pero que temía perder su tablilla, y había marchado a Italia después de destrozar nuestro monasterio. Así, los monjes decidimos separarnos y marchar a buscar puesto en los monasterios cercanos, puesto que lo que nos habían dejado los saqueadores no era ni la mitad de lo que se habían llevado. El monasterio de San Lucas cerrópara siempre, y fue a ultim vez que vi a los monjes.